BALL DE JESÚS

Las danzas conocidas como «Balls de Jesús» o la «Volteta de la Reina» se celebran en Biar en el mes de enero. “Els Balls de Jesús” es una festividad centenaria, que data al menos del siglo XVIII, fue recuperada en 2017 y desde entonces ha ido consolidándose como un evento participativo y público.

La festividad tiene sus raíces en una antigua fiesta religiosa en la que, cuadrillas de amigos y mozos nombran a unos Reyes cada año. Estos Reyes son los encargados de iniciar el baile de la “Volta de la Reina”, un evento que en sus orígenes servía como una forma de socialización entre hombres y mujeres, y que a menudo facilitaba el nacimiento de nuevas relaciones. El baile, aunque sencillo, está lleno de momentos de belleza: la indumentaria tradicional, las melodías del tabla y la dolçaina, y el ritual del lanzamiento de configuras, entre otros elementos. Es una festividad que recoge muchos ingredientes valiosos y que merece ser reconocida y celebrada como una parte importante de las fiestas de invierno.

La fiesta comienza el sábado por la tarde con una «versada a los reyes y virreis», acompañada con la música de las rondallas de los dos grupos de danzas. El acto se cierra con una cena de hermandad.

El dia de la fiesta (domingo) el sonido de las dolçainas marca el inicio de la recolección de las bailarinas.  El Rey, acompañado por todos los bailadores, va de casa en casa recogiendo a las bailadoras, creando una comitiva que crece a medida que avanza. Al finalizar la misa, Los Reyes, después de dar la primera vuelta a la plaza con todos los bailarines, se dirigen al Ayuntamiento para saludar a las autoridades y esperar allí el momento del baile.

Ellos son los encargados de iniciar el círculo pequeño, un momento mágico en el que la pareja obtiene el protagonismo máximo en la plaza, mientras el resto de los bailadores esperan sentados en los bancos de madera a ambos lados de la fuente. Con el lanzamiento de la confitura por encima de la cabeza de la Reina, finaliza cada pasada de baile, un antiguo ritual que se repite cada año. Tras el baile de los Reyes, se incorporan los Virreyes y el resto de parejas, repitiendo juntos en el círculo grande de la plaza.

La segunda parte del baile incluye danzas, y la tercera, la vuelta del Rosario, ambas con pasadas diferentes y abiertas a la participación del público. El baile culmina con la colocación del sombrero calañés a la bailadora, quien da una última vuelta a la plaza con una melodía más viva, cerrando así un evento lleno de tradición y historia.  

El Viernes de Dolores, fecha previa a la Semana Santa, cuando cae la noche, se enciende una gran hoguera popular en honor a la Virgen de los Dolores. En los días previos, los vecinos, especialmente los más pequeños, depositan en la hoguera enseres, leña, muebles viejos y cajas de cartón, que bajo el canto «una bota…, bota i mitja» trasladan al punto donde se encenderá la hoguera.

Después de comer, tenía lugar el singular «Llançament de botes» (en la actualidad no se hace), que congregaba a una gran cantidad de público en la parte baja de la calle del Romero para presenciar la llegada de las botas rodando cuesta abajo.

En Biar, cada 30 de abril se revive una tradición centenaria que se ha convertido en un emblema cultural: los Mayos. Esta festividad, que tiene sus raíces en el centro-sur de la península ibérica, ha sido preservada y adaptada por generaciones de biarenses, manteniendo viva una costumbre que mezcla poesía, música y devoción.

El origen de los maios en Biar está bien documentado. Fue Primitivo Durà, conocido como el tío Triguero, quien introdujo esta costumbre a principios del siglo XX, tras haberla aprendido en Carabaña de Tajuña, Madrid. Desde entonces, la noche del 30 de abril, los vecinos de Biar se reúnen en la plaza de la Constitución para recorrer el pueblo al son de guitarras, bandurrias y laúdes.

El canto de los maios, que comienza puntualmente a medianoche, se compone de 32 estrofas que combinan la bienvenida al mes de mayo, una petición de licencia, un detallado retrato poético de la Virgen María, y finalmente, estrofas de despedida. Este recorrido poético y musical es acompañado por una multitud de vecinos.

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